Mamá, quiero ser guionista

Un día dije aquello de 'mamá, quiero ser guionista' y entonces ella...
¿por qué no me abofeteó?

domingo, 11 de octubre de 2009

Bienvenidos al mediocre show de la Publicidad


Bienvenidos al show de la publicidad, eso deberían decir los carteles a la entrada de los Premios Eficacia, los más valorados del sector en nuestro país.
Yo no he ido nunca, pero tengo el placer de vivir en mis propias venas el hervor de la sangre de los días previos. Estamos en la cuenta atrás y los días previos se viven con unos nervios inútiles, desproporcionados, todo en pro de la pose y el qué dirán.
La gala se anuncia como los Óscars, miles de asistentes engalanados colapsarán los accesos al Parque de las Naciones esa noche de brillantina y falsedad. Hasta los más VIP renuncian al taxi para llegar a la ansiada meta: el paraíso de los contactos profesionales, el reino de la apariencia y la falta de creatividad.
En realidad no se trata de una fiesta, sino de un ejercicio de autobombo para aquellos que se alzan con las horteras medallas de la felicidad. No es el broche por un año de trabajo bien hecho. Es el mérito del que paga a un ejército de creativos para imaginar. Desde los orígenes de la humanidad, siempre han pensado mejor (o al menos más, no me negaréis) veinte cabezas que una. Y si esas cabezas se encuentran animadas por un poco de alcohol, como hacen constantemente en Mad Men, muchísimo mejor.
Las pequeñas Agencias irán allí de puntillas, a dorar la píldora a los grandes a ver si les dejan unas migajas del pastel. Pero no nos engañemos, una pequeña agencia, con la misma persona que lleva a 5 clientes, que es a la vez secretaria, creativa, coordinadora de eventos... soporta los desprecios constantes de una jefa alterada y encima su nómina es de 1.000 míseros euros al mes... ¡¡¡nunca tendrá una idea genial!!! y si la tuviera, no habría medios para llevarla a cabo, o caería en el rincón del olvido o por falta de tiempo o por falta de intuición.
Sé que las grandes ideas al final son las más sencillas, y es más que probable que las buenas ideas tengan su origen en el pueblo llano. Pero esas, la mayoría, estarán solas, tristes, desoídas, esperando a que llegue un gerifalte y la robe, la mime y le ponga su nombre.
Así, el gran día de la Publicidad, el individuo de las altas esferas subirá al escenario (hoy le toca subir aún más alto) a recoger la cutre medalla y se olvidará de dar las gracias al que le hizo las fotocopias, al que buscó la información en internet, al que puso los sellos y se fue a correos. Y al día siguiente irá a la oficina con una camisa de una talla más, porque su jodida egolatría se habrá henchido y necesitará más hueco en el estúpido pecho.

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