Mamá, quiero ser guionista

Un día dije aquello de 'mamá, quiero ser guionista' y entonces ella...
¿por qué no me abofeteó?

lunes, 9 de mayo de 2016

Ni eres su media naranja, ni la pera tiene que esperar


'Aún no has encontrado tu media naranja porque tú eres la pera'. Eso es lo que me dijo una de mis amigas para intentarme animar tras mi reciente ruptura sentimental. Llamadme quisquillosa, pero no me parece la mejor manera de reconfortar a alguien en este intrépido mercado del desamor.

sábado, 22 de febrero de 2014

La herida, que te va destrozando muy poco a poco

Angustiosa y lenta sí, pero 'La Herida' poco dista de la vida misma. Si has tenido la poca fortuna de contar con un familiar, o vivir tú mism@, una depresión, sabrás que las historias se desenvuelven muy lentamente para que el desenlace tenga más que ver con un cúmulo de pequeñas cosas que con un un ritmo trepidante.


sábado, 21 de septiembre de 2013

Marguerite, la niña del sombrero

'El Amante', un título que evoca sensualidad pero que apenas da pistas de lo estremecedor de esta obra. Y es que estas líneas rebosan realidad, la de la maltratada niña Marguerite Duras, que se enfrentó a los reproches de un entorno hostil a su amor prohibido. Un día, hablando con una amiga me decía que leer un libro es diferente a ver una película en tanto lo primero te envuelve de una atmósfera diferente tu vida cotidiana. Esa sensación no acaba hasta cerrar la última página de aquellos libros que pasan por tu biblioteca cerebral sin pena ni gloria; de varios días e incluso meses o años, cuando lo que acabas de leer realmente merece la pena. Éste es el caso de la prosa de esta escritora francesa, que me ha acompañado en los pensamientos de los últimos días. Se trata de un lenguaje desnudo, aparentemente frío pero enormemente provocador. A lo largo de los acontecimientos, cuesta creer que alguien haya tenido una vida tan intensa y ahora se dedique -y con enorme éxito- a la quietud de la escritura. Difícil es de asumir también, que lo que estás leyendo haya sucedido de verdad, que esa niña rebelde con sombrero de mayor se llamase Marguerite y se apellidase Duras. Ella y el chino de Cholen, descansen en paz.

domingo, 8 de septiembre de 2013

'Ganas de hablar', la sorpresa literaria de Mendicutti

Lo encontré rebuscando entre las torres de libros de una tienda de segunda mano, cerca de casa. Últimamente, y con la proliferación de los libros electrónicos, parece que la literatura en papel se vuelve usada y pasa de mano en mano. El libro este además llevaba sorpresa: al abrirlo, me encontré una cercana dedicatoria del autor. Enseguida mi imaginación comenzó a volar, ¿qué historia habría detrás de ese libro? ¿cómo alguien podría desprenderse de algo tan cercano, tan romántico? Miles de ideas asomaron en mi cabeza, desde que podría ser de un difunto hasta una amante frustrada. Sea cual fuese el motivo por el que aquella obra había acabado entre mis manos, allí estaba, dispuesta a dejarse leer. He de decir que los dos primeros capítulos me dieron mucha pereza y hasta pensé en abandonar 'Ganas de hablar' tras muy pocas páginas leídas. La idea de desenvolverme en un soliloquio de más de 200 páginas me perturbaba, y más aún, tratándose de un personaje dicharachero y ajeno a mi cotidianidad, o eso pensaba. Tras dejar mi huella en la última página (siempre firmo con mi nombre y fecha cuando leo un libro), me sobrecogió una sensación de tristeza. Y es que había ido cogido cariño a las miserias del Cigala muy poco a poco, pero con paso sentido. Tratándose de una eminencia en lo suyo, la manicura francesa, este personaje de difícil tendencia sexual, se fue haciendo eco en el viaje al trabajo de cada día, mostrándose sus quebraderos de cabeza, sus silencios y sus tristezas. Acentos aparte, esta divinidad del Algaida, con su salero y su poderoso discurrir mental, supo manifestar un sinfín de inquietudes universales, a las que Mendicutti se enfrenta con soberbia pluma. Es esta para mí, una pieza literaria imprescindible de leer, redonda y eterna, arrastrada por la calle del Olvido hasta un pedestal en mi memoria.

sábado, 7 de enero de 2012

El amor no es para siempre


‘Para siempre’ no significa nada, es un concepto individual y subjetivo por la propia naturaleza mortal del ser humano. Si alguien te dice que te quiere para siempre te está mintiendo porque su inmortalidad no existe.
Hay quien cree que los sentimientos son etéreos y perviven más allá de un cuerpo inerte, que nos acompañan en forma de materia invisible y silenciosa. Tan solo nuestro alma es capaz de aferrarse a ellos como suyos, deleitándose con su esencia o ahogándose en los malos recuerdos.
Yo soy más de la opinión de que los sentimientos, con el paso de los años, son más susceptibles de convertirse solo en eso, en recuerdos, sobre todo cuando la persona ya no está cerca. Es más, me atrevo a confesar que a medida que he ido batallando en cuestiones sentimentales, me he ido dando cuenta de que la mayoría de los estados de enamoramiento son engañosos, y son más un trabajo mezquino de la mente que del propio corazón.
Me explico, queriendo decir con explicar que solo voy a vomitar el sinfín de dudas que todo este tema me provoca, el corazón tiene condición de ciego. Eso es una realidad, puesto que a veces inventa cualidades en otros seres que no son para nada ciertos, son exagerados o son directamente opuestos. Pues más bien, mi teoría es que todos esos argumentos es la mente quien los inventa, quien los pone a modo de lentes –como ya apuntaría Kant- para que miremos al otro de una forma especial. Mientras tanto, el corazón solo se dedica a sentir, más o menos intensamente, pero sin cambiar demasiado de una relación a otra.
Y sí, ni me he equivocado ni he dicho una cosa que no he querido decir: a mi entender, los sentimientos son exactamente iguales independientemente de con quien asumamos el compromiso amatorio. No sé los demás, pero mi ejemplo es que cada vez que he experimentado el placer –o el dolor- de una historia amorosa, me he dejado ver vulnerable, he sentido ansiedad por estar al lado del otro y se han adueñado de mi cuerpo un sinfín de ensoñaciones, elucubraciones y cosquilleos. Exactamente de igual forma una y otra vez.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

'Blue Valentine', elegía al amor.



Nos enamoramos una vez, la primera. Normalmente cuando somos jóvenes. Hacemos locuras. Planeamos. Vemos a nuestro príncipe azul y nos imaginamos toda una vida a su lado. De hecho, no llegamos a concebir ya una vida sin él.

Sin embargo, un día crecemos y lo miramos sin ver aquel despliegue de atractivos que nos sedujeron por aquel entonces. ¿Ha cambiado nuestra pareja o lo hemos hecho nosotros? Sí, es un hecho, hasta los lazos que parecían más estrechos pueden romperse. Pero, ¿quién tiene la culpa de ello? Pues probablemente nada más allá del fluir de la propia existencia, las circunstancias cambiantes y con ellas nuestros sentimientos.

'Blue Valentine' me ha cautivado. No me atrevo a decir que es perfecta porque no es eso, es tan realista como nosotros mismos y por ello es de condición imperfecta. La cinta independiente nos habla de las controversias a las que nos enfrenta el día a día de la convivencia, cómo nos apartamos del camino del otro con pasos tan cortos que apenas los percibimos hasta que a fuerza de sentir un malestar agrio y constante, el dolor acaba matando la pasión sin remedio.

Este relato, tierno unas veces, aterrador otras, desgrana una historia de unión y también de desunión, con flashbacks tan chocantes como certeros. La pareja protagonista nos da un paseo por la tormenta de su apego en lucha con el horror de la separación psíquica -no reñida con la física- a la que muchos matrimonios se ven expuestos con el paso de los años.


sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Se puede entender el amor sin locura o estupidez?



'Crazy, stupid love' no se plantea nada nuevo, se vuelve a preguntar sobre lo mismo que prácticamente se pregunta toda comedia romántica que se precie: ¿el amor nos enajena? ¿nos hace ridículos?
Pues mira sí, y bendito sea. ¿Cómo podemos entender ese amor platónico de la infancia sin esa admiración casi mística de la persona amada? ¿Acaso no es sano que una adolescente enamorada se muestre rebelde ante la pasión? Es más, ¿no será lícito cuestionarse una relación cuando los años aburren y han acabado por minar esa pasión del principio?

Sí, señores. Esta película no está más que plagada de clichés, pero qué momentos oiga. Son instantes en los que nos identificamos y, por puro absurdos, nos arrancan una sonrisa. Los diálogos no es que sean de lo más inteligentes, ni tampoco es que actores de la talla de Steve Carrel o Julianne Moore nos regalen sus mejores interpretaciones -bueno, en el caso del primero es que superar al bueno de Michael en The Office ya sería de ciencia ficción- pero qué queréis que os diga, esta cinta tiene un no sé qué un qué sé yo que se deja ver y encima te levantas del asiento con un regustillo dulce.

Si estáis buscando una obra cumbre del cine, mirad a ver qué ponen en las otras salas pero si el domingo, a la hora de la siesta, no tenéis nada que hacer y queréis reposar la comida con una historia agradable, ésta puede ser una buena elección.