Mamá, quiero ser guionista

Un día dije aquello de 'mamá, quiero ser guionista' y entonces ella...
¿por qué no me abofeteó?

sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Se puede entender el amor sin locura o estupidez?



'Crazy, stupid love' no se plantea nada nuevo, se vuelve a preguntar sobre lo mismo que prácticamente se pregunta toda comedia romántica que se precie: ¿el amor nos enajena? ¿nos hace ridículos?
Pues mira sí, y bendito sea. ¿Cómo podemos entender ese amor platónico de la infancia sin esa admiración casi mística de la persona amada? ¿Acaso no es sano que una adolescente enamorada se muestre rebelde ante la pasión? Es más, ¿no será lícito cuestionarse una relación cuando los años aburren y han acabado por minar esa pasión del principio?

Sí, señores. Esta película no está más que plagada de clichés, pero qué momentos oiga. Son instantes en los que nos identificamos y, por puro absurdos, nos arrancan una sonrisa. Los diálogos no es que sean de lo más inteligentes, ni tampoco es que actores de la talla de Steve Carrel o Julianne Moore nos regalen sus mejores interpretaciones -bueno, en el caso del primero es que superar al bueno de Michael en The Office ya sería de ciencia ficción- pero qué queréis que os diga, esta cinta tiene un no sé qué un qué sé yo que se deja ver y encima te levantas del asiento con un regustillo dulce.

Si estáis buscando una obra cumbre del cine, mirad a ver qué ponen en las otras salas pero si el domingo, a la hora de la siesta, no tenéis nada que hacer y queréis reposar la comida con una historia agradable, ésta puede ser una buena elección.


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