Mamá, quiero ser guionista

Un día dije aquello de 'mamá, quiero ser guionista' y entonces ella...
¿por qué no me abofeteó?

sábado, 6 de agosto de 2011

La historia se repite


Hoy me he levantado con esta noticia: el 68% de los jóvenes españoles quiere emigrar.

Bueno, en realidad no es mucha novedad. Si te mueves en un ambiente de gente con estudios habrás escuchado decir a más de uno que este país se ha ido al garete, que hemos tenido la mala fortuna de que nos ha pillado en medio y que la solución más lógica es escapar antes de que esto vaya a peor. Porque sí, amigos, de los brotes verdes era una quimero y esto va a peor según parece...

Saco a relucir este dato de LaVanguardia porque tiene mucho que ver con mi vivencia personal. Cuando lo de la recesión empezaba a notarse, yo trabajaba en una agencia donde los clientes se quejaban amargamente mientras a mí me sonaba un poco a mentira. Yo tenía mucho que hacer en mi jornada laboral, mucha responsabilidad y como siempre, una miseria de sueldo. Aun así, tenía que sentirme afortunada por tener un contrato indefinido, eso me decían. 'Tienes que agachar las orejas y aguantar hasta que esto pase' -era el consejo de quienes me querían bien.

Pero el tiempo era lo único que pasaba. Veía cómo los empresarios empezaban a tener una buena excusa para despedir a gente mientras explotaban a los que tenían en nómina. Yo entonces me planté y como se dice en el artículo, fui una de aquellos jóvenes que pensó: 'el mundo no es sólo España, el mundo es grande' y me lo puse por montera y me fui.

En el extranjero aprendí, crecí y, sobre todo, vi cómo se podía manejar una economía rescatada, la irlandesa, sin afectar al trabajo de los jóvenes. Mi experiencia me dice que encontrar un trabajo cualificado estaba complicado pero no era difícil encontrar un puesto digno con un salario de... ¡dos veces el español! (el salario mínimo irlandés es de 1.462 euros). Por supuesto, sin una sola hora extra sin remunerar.

Sin duda, algo no funciona en la gestión de este Estado cuando se les escapa el talento por cualquier frontera y lejos de suponer una preocupación, es un alivio para las cifras del desempleo. Quizás huir es de cobardes, pero acudir en masa a las plazas para debatir no lo es y nos reprimen.

La juventud española no es perezosa, ni tonta, ni cobarde, es solo que no tiene armas para sobrevivir ante un sistema que no tiene arreglo (o al menos, a varios años vista). Por nuestro futuro, o por el nuestros hijos (si es que algún día nos podemos permitir tenerlos) nos tenemos que ir a ganar el pan a otro sitio... como antes tuvieron que hacerlo nuestros abuelos.

La historia se repite.

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